viernes, 6 de febrero de 2009

Discurso Claustro Inaugural (14 de enero de 2009)

Compañeros y compañeras claustrales: Antes de comenzar, queremos guardar un sentido silencio en apoyo a las víctimas del genocidio en Gaza. Nadie, mucho menos la Universidad de La Laguna, puede callar ante atrocidades así.

Buenos días. Desde la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario nos felicitamos por los resultados obtenidos en las últimas elecciones al Claustro de la Universidad de La Laguna. Somos el último grupo del alumnado en intervenir en esta jornada inaugural y lo seguiremos siendo durante los próximos dos años. Esto es así porque los estudiantes lo han querido. Porque mil trescientos dos compañeros nos han preferido frente a las otras opciones. Porque mil trescientos dos compañeros han dicho NO a las políticas de un rector nefasto que ha dicho sí a la mercantilización de la universidad, abrazando la Convergencia Europea y ofreciendo esta casa del saber a los empresarios para que hagan negocio. Sí señor, para que hagan negocio. Dirá usted, señor Doménech, lo que quiera, pero nosotros le vimos en Cajacanarias ante un millar de empresarios explicándoles las oportunidades que tiene invertir en esta universidad.

Señor Doménech, hace casi dos años los estudiantes le daban su confianza y, por eso, puede usted presidir este claustro. Desde Junio de 2007, su gobierno ha sido de espaldas a los alumnos. Su primera medida fue borrar de un plumazo el único mecanismo de control que existía sobre el profesorado, sin proponer ninguno nuevo. Dos años después pretende convencernos de que una especie de policía secreta sería la solución. Sin embargo nadie ni nada está controlando si los profesores asisten, hoy en día, a sus clases. Cuando llegó al cargo se valió de promesas que poco o nada le hubiese costado cumplir, sin embargo los colegios mayores y la residencia universitaria están en una situación peor. Pero vayamos por partes. Se trata de que usted, señor Doménech, en esta Universidad ha perdido la confianza de los alumnos. La misma por la que llegó al cargo. Por eso, por esta pérdida, debería plantearse volver a su consulta y dejar las riendas de la Institución a alguien que de verdad sepa cómo sacarla adelante.

Tenemos que dar la bienvenida a una nueva era. Puede, y con sus intenciones estamos seguros de que eso va a pasar; puede, decimos, que esta era en la universidad sea oscura. Oscura por el señor que la dirige, que poco le tiene que envidiar al mago Frestón. Sin embargo, el personaje que sólo era fruto de la mente de un Ingenioso Hidalgo era ficticio. Para nuestra desgracia usted es muy real. Por dignidad, señor Doménech, permita que la Universidad salga adelante, no haga que siga cayendo en picado. Hace dos años nos estrenábamos en este Claustro pidiendo la dimisión de dos vicerrectores. Hoy nos damos cuenta de que también son dos los elementos que impiden que esta institución salga adelante. Uno es su gerente. Por cierto, que ya era el gerente de su predecesor y rival en las elecciones. ¿Acaso éste era el cambio que usted pretendía traer? Pero volvamos al otro elemento que hace que esta universidad esté anquilosada. Ese señor oscuro que acepta cualquier mal acuerdo a cambio de salir en la foto. Ése que hipoteca el futuro de los estudiantes y de los investigadores. Ése, que en su carné de identidad dice ser y llamarse Eduardo Doménech Martínez. Así como Napoleón se coronó a sí mismo emperador, usted se convirtió en presidente de una institución que sólo sirve para tergiversar las opiniones de los estudiantes.

El mal llamado Consejo de Estudiantes sólo sirve para que usted les diga a sus adláteres: “salta” y ellos respondan: “¿hasta dónde?”. Ya lo advertimos, por activa y por pasiva. Ya lo criticamos y lo anunciamos. Pero no se nos hizo caso. Sin embargo, los hechos nos acabarían dando la razón. Meses después de que usted constituyera ese órgano tan poco democrático, con mayorías nada participativas, el Consejo de Estudiantes le servía para canalizar lo que supuestamente pensaban sus estudiantes. Sin embargo era canalizar las palabras de sus vasallos. Vasallos que bien iban a esas reuniones en calidad de portavoces del Claustro, bien en calidad de delegados de alumnos. Sin embargo, parece que muchos tienen en común el carné de un partido político, que no sabemos si en él coinciden con usted, pero parece que en sentimientos sí. Porque desde la nefasta Marisa Tejedor –a la que usted, poco a poco, va alcanzando– la Universidad de La Laguna no estaba tan apegada a unas siglas políticas, las de la igualmente nefasta Agrupación Tinerfeña de Independientes, que entonces sólo dependían del dinero, y la actual Coalición Canaria, que en el nombre deja claro cuál es el territorio que piensan esquilmar. Deje de hacer lo que le dicen desde ningún partido político y escuche a la comunidad universitaria, que es a quien se debe.

Sin embargo, usted ha hecho poco caso a esta Universidad. Poco caso hizo al imponer su calendario, pese a obtener la mayor contestación dentro de las aulas que se ha visto en más de diez años. Siguió adelante tras una manifestación en la que miles de alumnos protestaban porque no querían perder la posibilidad de examinarse en septiembre, porque no querían ver cómo se restringían sus derechos. No le importó que el Claustro le dijese que ese calendario era ilegal. Reconózcalo, señor Doménech, le da igual lo que piense la comunidad universitaria. Lo que se pregunta la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario es qué le importa más, ¿la opinión de Milagros Luis?, ¿la de Paulino Rivero?, ¿la de Álvaro Arvelo?, ¿la de Ignacio González?, ¿Plasencia?, ¿Rodríguez de Azero…? Si usted fuese Gracita Morales, ¿quién sería su señorito?

Nosotros no hacemos caso omiso del Claustro. Para nosotros, estar dentro del Claustro es una responsabilidad con la comunidad estudiantil y un compromiso por la defensa de nuestros legítimos derechos, somos conscientes de la importancia que tiene ver las cosas con un sentido histórico. De no ser así, este noble espacio de representación corre el peligro de convertirse en un acuario, hermético y aburridísimo, donde la memoria de los variados peces que la habitan no dure más que unos segundos. Por eso, la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario no quiere contribuir a la desmemoria que parece imponerse en esta primera década del siglo, donde la instauración a bombo y platillo de la Convergencia Europea se nos pinta irresponsablemente como el mejor de los mundos posibles.

Baste recordarles a todos los presentes que ya en 1532 los dominicos y agustinos rivalizaban por desempeñar las primeras cátedras de filosofía y gramática latina, que la historia convulsa de las antiguas universidades de San Agustín y de San Fernando a lo largo de los siglos XVIII y XIX estuvo marcada por cierres y aperturas continuas por Reales Órdenes, que no fue hasta 1927 cuando se creaba la Universidad de La Laguna como Decimosegundo Distrito Universitario y no fue hasta mediados de los años 80 cuando aparece la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Ahora, el 2010 es la fecha de la homologación Europea, señor Rector, y peligra el futuro de la universidad canaria por culpa de los dictámenes del mercado y una visión capitalista de la educación. Esta casa cada vez parece más una empresa privada y los estudiantes, sus clientes abonados. Fíjese en la historia, señor Rector, para comprobar que la frágil autonomía universitaria siempre se ha visto sacudida por los conflictos ideológicos que marcaban la vida en las islas y se trasladaban naturalmente a las aulas, tal como se refleja en los valiosos testimonios documentales del historiador lagunero Rodríguez Moure.

Por si no lo sabe, todo esto y todo lo demás, señor Doménech, es historia viva y todavía está escribiéndose, la universidad es el producto de una larga historia de tradición y también es fruto de las reivindicaciones, las mismas que desde la "Transición" hasta hoy los estudiantes de cada generación protagonizamos frente a las leyes ministeriales que se nos imponían desde fuera, una y otra vez de espaldas a la comunidad estudiantil, que somos mayoría en la universidad. Por todo ello, nos queremos hacer eco hoy de aquellas interrogantes del eminente historiador Serra Rafols, cuando en 1945, durante el oscuro franquismo, afirmaba su preocupación por "saber exactamente todo lo que pasaba dentro de los muros universitarios, en sus claustros y en sus aulas, qué se enseñaba y qué se deseaba, si realmente se enseñaba y deseaba algo...".

Estamos convencidos, señor Rector, de que en el futuro se recordarán estos años de su gobierno como la triste época en que se culminó la privatización agresiva de la universidad pública con bancos y empresas sentadas al banquete neoliberal del Plan Bolonia. La triste época en que todavía se emplea el golpe de la regla con expedientes disciplinarios contra estudiantes que levantan la voz por sus justos derechos. La triste época, señor Rector, como usted debería intuir en su calidad de reconocido pediatra, en que el llanto desesperado de los niños y las niñas canarias que son el futuro de nuestra sociedad sería irrefrenable si fuesen realmente conscientes a su edad de lo que está pasando, de que el derecho a la educación sigue siendo un privilegio y de que nuestra querida universidad lagunera, patrimonio de nuestro pueblo y referente histórico de progreso, identidad, compromiso y solidaridad, está puesta a la venta.

Por suerte, señor Doménech, ante lo que está pasando, el movimiento estudiantil es nuestra respuesta. Nuestra mayoría de edad es la lucha. Nuestro deseo compartido de un cambio para construir una sociedad mejor y que la universidad esté siempre al servicio del pueblo canario. ¿Qué tiene usted? Descrédito, autoritarismo y, eso sí, un ejército de aduladores y muchos, muchos contactos en las altas esferas a los que venderles la Universidad. No en vano, ya empiezan a deshacerse de lo que ustedes llamarían “lastre”. De lo que no queda duda es de que hay catorce carreras que van a desaparecer. Catorce titulaciones que no se darán y usted no hace nada. ¿Cuál es su fórmula mágica? ¿Qué química quiere aplicarnos? Dese prisa, porque dentro de unos años, con la desaparición de Ingeniería Química, poco podrá hacer para obtener esos elixires de amor con los que engatusar a los suyos. Al menos, no tendrá nada que se haya investigado desde Tenerife.

Al igual que Química, nos despediremos de Naútica, de Matemáticas, de Geografía, de Filología… De tantas carreras que será irreconocible la Universidad. Por cierto que, para entonces, para ese futuro de enseñanza privatizada y diezmada, no le hará falta construir los aularios que prometió y de los que no hay ni media piedra colocada. No será necesaria una nueva facultad de Bellas Artes. Sólo necesitará reubicar a los pocos alumnos. ¿Es ése su plan? Lo dudamos. Y lo dudamos porque usted no parece tener criterio. Así como su antecesor estaba unido a un pacto que no le permitía regir; usted está unido a determinados intereses que le dicen qué debe hacer. No defiende ante sus señores a la Universidad, sino que defiende a sus señores ante la comunidad universitaria; a esos señores que le ordenan que cierre facultades. Podrá contestarnos ahora lo que quiera pero usted ya dijo que esas facultades tendrían que reconvertirse. Como si fueran una industria, insertando criterios mercantilistas en donde sólo debe primar el ansia de conocimientos. Para usted y sus señores, la investigación está supeditada a la rentabilidad. A eso, la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario dice NO. No a la mercantilización de la Universidad. No a la privatización de un centro público. No a esa política. No a quienes la ejecutan. No al Gerente que presenta unos presupuestos ínfimos para las necesidades del centro académico. Y no a usted y a sus señores. No al desmantelamiento de la primera universidad de las Islas en nombre de los intereses del dinero.

Compañeros y compañeras del Claustro, muchos dirán ahora que somos los del No. Los del no a todo. Ya lo han dicho. La cuestión es que nuestro no, busca un sí a la educación pública. Sí a la democratización de las aulas. Sí a una Universidad con recursos. Sí a la investigación, a la enseñanza y a los conocimientos. Sí a que exista un futuro. Un futuro en el que los canarios, de cualquier isla, de cualquier barrio, puedan seguir estudiando en la universidad, independientemente de sus recursos. Sí a que las becas sean suficientes y a que las prácticas a las que nos van a obligar sean remuneradas.

Si no sabe cómo hacerlo, váyase. No permanezca con un ojo puesto en los euros que se pueden ganar y otro en la vara de adoctrinar. Si se queda, defienda a quien se debe: a la Universidad Pública, a la comunidad universitaria y al saber. Nosotros, la Asamblea del Movimiento Estudiantil Canario, estaremos en la vanguardia de esta lucha, la única que puede traer un futuro. Aquí nacimos, aquí seguimos y aquí estaremos. No podrá descansar mientras no escuche a los alumnos, mientras siga conculcando nuestros derechos, mientras nos persiga por manifestarnos. Nuestros compañeros nos han dado la razón. Estamos todos en la misma lucha. No esperen otra cosa de AMEC. No podríamos defraudar a los alumnos, porque a nadie, más que a ellos nos debemos. Muchas Gracias.