miércoles, 1 de abril de 2009

EL MOMENTO DE LEVANTARSE

Por Pedro González Cánovas
(Miembro de ANC)

Pongo en duda que hoy, grupos de individuos que se definen por una misma categorización de sus formas de relacionarse, con los medios materiales de producción, tengan consciencia real de su situación social. Mucho más, que se admita compartir intereses entre personas señaladas por un tipo específico de relaciones socioeconómicas.
Tengo memoria de unos movimientos obreros que sacudieron el sistema social capitalista, hasta conseguir el nacimiento de varios experimentos, más que interesantes, pero que en su momento acabaron con el dominio de ese monstruo que hoy vuelve a sembrar desigualdad, abusos de poder, despotismo, explotación…
Sin embargo, aquellas luchas quedaron muy atrás, antes de que las formaciones comunistas lo apreciasen y actualizasen su discurso. Tal vez, por esta carencia, quedando fuera de la competitividad política. La orientación neoliberal que tomaron muchas sociedades se encargó de difuminar las clases sociales bajo la tenue capa que el reconvertido socialismo europeo se empeñó en llamar “bienestar social”, que si bien ya nada tenía que ver con la igualdad social, conformaba al obrero y se radicalizaba bajo el título de “justicia social” empezando, ahora, a prostituir la terminología bajo intereses exclusivos de la corriente dominante políticamente.
Llegó el momento en que el planeta, vuelve a estar plagado de injusticias y pequeños núcleos de oposición, parecemos estar condenados a una globalización que ya ha asimilado las necesidades que los movimientos ecologistas expusieron en el corazón de Europa y América. Parece que pasó el momento de demostrar que aquellos suburbios anarquistas que plagaban la red de redes, los comunistas radicales que se presentaban en Internet siendo oposición del socialismo oficializado, los ecologistas, que se negaban a abandonar el vagón de cabeza y otros muchos grupos replicantes que conformaron el Movimiento Antiglobalización de Seattle han sido naturalizados hasta la asimilación por el propio sistema.
Hoy, al fin y al cabo, la sociedad está plagadas de enfermedades mentales propias de la era de la información, que nos crean barreras y no permiten que se articulen iniciativas grupales con tanta facilidad, tendiendo cada vez más al individualismo del XVII que surge como enemigo de cualquier movimiento social.
Los derechos adquiridos históricamente por los trabajadores van en detrimento y de forma directamente proporcional a la pérdida de representación del sindicato como instrumento obrero, como organización obrera.
Las organizaciones obreras han sido tan asimiladas por el sistema que se han convertido en centrales de negociación, con notables cambios en los fundamentos éticos originales y sin capacidad para prevenir, y menos afrontar, la cruda realidad actual.
La nueva crisis de acumulaciones de capital, que se empeñan en nominar de mil formas, vuelve a atentar directa e indirectamente sobre la clase que ejerce la producción. Aunque cuando oímos las noticias parecen que nueve de cada diez víctimas son empresarios que cierran o recortan drásticamente, que los menos son personas trabajadoras “por cuenta ajena” que se quedan a expensas de los bancos, sin forma de afrontar sus pagos.
El pueblo, el ciudadano de a pie, debe revelarse ante esta situación. Formarse, establecer simpatías y objetivos comunes, reunir aliados hasta organizarse en grupos y articular contestaciones con estrategias puntuales y tácticas para buscar resultados de indudable interés comunitario. En definitiva: tomar consciencia de clase.
Tomar consciencia de clase con nuevos conceptos, rechazando los que imprimía la sociedad capitalista que se encargó de segmentar a los que estamos en producción de los que destacaban lo más mínimo. A los que nunca se les dará entrada en las clases altas, en una sola generación, pero que como “clase media” siempre serán un elástico, un amortiguador entre clase alta y clase obrera, para evitar fricciones y perpetuar el estatus dominante del propio capitalista, que continua fabricando países a base de explotar a la mayoría productora.
“Saltan chispas” con el conflicto de los sindicatos gremiales de la educación, en Canarias, y dicho conflicto afecta a toda una generación de estudiantes. “Los maestros” no consiguen sino perder dignidad, y “quedarse al filo de la clase media” sin que se les respetara el sueldo, que ayuda mucho, a mantener el estatus social del funcionariado en general. Que pena.
Que mal que esa clase media y nuestras organizaciones de trabajadores no tengamos conciencia real de clase. O no lo demostremos tomando las riendas de la economía y la política, no sólo para proteger los derechos adquiridos, sino para crear nuevos derechos y hacer un mundo más justo, con fundamentos de igualdad real.
¡Que miedo me está dando esto! No ver reacciones contundentes. No oír a los maestros pedir solidaridad a otros trabajadores y trabajadoras. No sentir complicidad en los ojos de un mando intermedio. Oler a pánico donde debería estar el olor a la dignidad del trabajo. Ver a electos representantes sindicales esquivar situaciones de enfrentamiento, aún a sabiendas de que el derecho estuviera de la parte del trabajador, huyendo de todo conflicto. Al tiempo la patronal obra endiosada, justificando cualquier barbaridad con la palabra “crisis” y la “comprensión” de una flota mediática notablemente politizada. Son las facturas que pasan décadas de incultura política, de inconciencia obrera. Pues ahora, o cambiamos esto radicalmente, o quedaremos más expuestos que hace cincuenta años.
La época que nos ha tocado vivir puede ser muy dura. Pero también puede que, si conseguimos despertar el origen de los movimientos sociales, el movimiento obrero, y éste lo hace con verdadera fuerza, vivamos una época histórica llena de dignidad. En nuestras manos está.

Islas Canarias a 24 de Marzo de 2009

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